Verdaderos Ciudadanos del Reino. By Pastores Osvaldo y Adriana Ripoll
¿Cómo poder pertenecer y ser
aceptado por el Rey?. Leamos primeramente este hermoso pasaje bíblico ubicado en
el libro de Mateo capítulo dieciocho, haciéndolo de manera detenida y prestando
mucha atención a cada versículo; dado que de esto depende el poder comprender
como cuidar la salvación del alma por la cual El Señor hubo pagado con su
sangre por cada uno de nosotros.
23 Por
lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas
con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue
presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A éste, como
no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que
tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel
siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te
lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a
misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo
aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y
asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces
su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia
conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Mas él no quiso, sino fue y
le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus
consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su
señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su
señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo,
como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado,
le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así
también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas.
Las reglas y normas de este reino
son bien claras y el Señor nos ha adelantado algunas por medio de las Santas
Escrituras. El saber de su inmenso amor y misericordia muchas veces nos lleva a
los creyentes y no creyentes a pensar, de manera errónea, que Dios al final de
cuentas siempre nos va a aceptar en los cielos. Es más que obvio en estas
líneas que El Todopoderoso obra con gran misericordia perdonando multitud de
pecados que hemos cometido pero exige de la misma manera que nosotros hagamos
lo mismo con nuestro prójimo.
Reiteradas veces en el transcurso
de nuestras vidas, sobre todo al sufrir una situación “supuestamente” injusta,
nos transformamos en jueces de nuestro hermano reclamando de él una justa y
ejemplar penitencia. Esto lo hacemos parados firmemente en nuestro ego y
desechando la enseñanza fundamental de Cristo que es nacer de nuevo, esto
significa morir al “yo” para que Nuestro Señor viva en nosotros. Exigimos a los
gritos y de manera violenta y justificada por nuestros argumentos que se nos
pague la deuda de “honra que merecemos por ser rectos y nunca haber fallado”;
generalmente esto nos ocurre luego de pasar un tiempo en el Evangelio y
creernos perfectos y sin mancha por nuestros propios méritos y no por los del
Señor Jesucristo. Esta actitud nos lleva no solamente a requerir castigo para
otro sino a tomar el problema en nuestras manos y muchísimas veces comenzar a
contar, como cosa juzgada, a toda la congregación en forma de chisme el mal
proceder del hermano en cuestión. Resultando reyes, cuando en realidad somos
simples siervos.
Al ver y comprender esta actitud de nuestro corazón el
verdadero y único Rey entiende que no puede haber dos gobernantes dentro de sus
dominios por lo tanto toma acciones determinantes en cuanto a esta sublevación
la cual trae intranquilidad y siembra desobediencia en su pueblo. El egoísta
desertor es mandado a la cárcel y El Todopoderoso ordena a los verdugos que se
hagan cargo de él.
Nos debe quedar claro de todo
esto, que nosotros como hijo de Dios estamos sujetos a sus leyes y normas y no
a las nuestras que carecen de valor dado que nacen de un corazón engañoso el
cual orgullosamente nos dirigió en otros tiempos cuando estábamos lejos de la
Verdad y la Salvación de nuestra alma. De cuantas cosas nos ha perdonado el
Señor del Reino, ¿qué derecho tenemos nosotros sobre otro hermano si nos
miramos delante del espejo de la Palabra de Dios?
Ha llegado el momento de vivir como verdaderos cristianos poniendo la mirada en el Cielo y cuidando la Salvación de nuestras almas, sabiendo que Nuestro Dios nos ama con inmenso amor y nos hizo corona de su creación, por la cual Jesús ha preparado una morada para cada uno de nosotros en el Reino de los Cielos. Corramos la buena carrera para ocupar ese lugar que está reservado y no provoquemos la Justicia de Dios.
Dios los bendiga, Pastor Osvaldo Ripoll.
Iglesia Hay Vida en Jesús, Vicente López, Buenos Aires, Argentina.
www.facebook.com/hayvidaenjesus?fref=ts
Comentarios
Publicar un comentario
Deje aquí su comentario, gracias!