Reflexión. En educación imitemos a Cristo, nivelemos hacia arriba y no hacia abajo. By Fabian Massa.
¿Se imaginan a Cristo nivelando
la humanidad hacia abajo? De ninguna manera, Dios quiere nivelar “la clase”
hacia arriba, hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios
4.13).
Cuando un maestro enseña a su
clase, ¿enseña solo los contenidos del programa de la materia en cuestión,
o enseña algo más?
Cuando el maestro es verdaderamente
bueno, no hará centro en la materia en sí, sino en los procesos de análisis
necesarios para poder dominar esa materia, ¿porqué? Sencillamente porque luego
esos procesos el alumno los podrá aplicar a muchas cosas en su vida.
Pongamos por ejemplo el caso de
las matemáticas, desarrolla nuestro razonamiento, nos ayuda a tener un
pensamiento analítico, que podríamos definir como el pensamiento dirigido a
descomponer los argumentos en sus premisas o expresiones que lo componen, ver
las relaciones que hay entre ellas y su conclusión, con el fin de juzgar su
veracidad o confiabilidad de la misma.
Esto es lo que llevamos a cabo
cuando hacemos un problema matemático: recoger los datos, desglosar sus
premisas, observar las relaciones que guardan o resolver sistemáticamente sus
partes de manera racional. El pensamiento analítico desarrolla la habilidad de
investigar y conocer la verdad sobre el mundo que nos rodea. Son verdades que
tratamos de buscar y que se basan en las evidencias y no en las emociones. Es
un pensamiento que nos permite estar en alerta al error tanto nuestro como de
otras personas, al engaño y a la manipulación. Esto es posible gracias a que
las matemáticas nos permiten razonar con claridad y de una manera lógica,
teniendo en cuenta datos reales y que pueden verificarse. Vemos entonces que el
estudio de las matemáticas luego lo aplicaremos al análisis de muchas cosas que
incluso no tengan nada que ver con números.
Si hablamos de los beneficios de
estudiar historia, podemos decir que es más que el simple acto de conocer y
saber acerca del pasado. Estudiar la historia implica analizar las situaciones
y las acciones de los personajes involucrados, sus motivaciones, esto lleva a
un profundo compromiso con el pensamiento crítico y el cuestionamiento
permanente de la sociedad en el presente. Un buen profesor de historia,
aprovechará su materia para enseñarle a sus alumnos a:
- Buscar la información,
- Clasificarla,
- Ordenarla,
- Resumirla,
- Extraer los motivos, causas y relacionarlos con acontecimientos posteriores o aún actuales.
- Exponerla
Después de muchos años, quizá sus
alumnos no recuerden bien toda la trama del relato o todos los nombres de los
personajes. Pero si recordarán lo importante y lo que es aún mejor, los
procesos mentales y cómo manejar la información no se perderán nunca.
Lo mismo podemos decir de casi
todas las materias que se enseñan en los establecimientos educativos. De nivel
primario y secundario. Es en estos dos niveles que la persona aprende a usar
herramientas que son necesarias para el nivel terciario, que es donde se
aplican todas las herramientas al aprendizaje intensivo de una disciplina en
particular para su aplicación práctica: Medicina, ingeniería, artes, arquitectura,
etc…
Por eso el buen maestro no hará
tanto hincapié en enseñar contenidos, ya que estos el alumno los puede
encontrar en los libros de texto, sino que pondrá énfasis en los procesos de
manejo de la información, cómo relacionarla con la realidad, y en su
exposición.
¿Para un maestro de la Palabra
será acaso distinto? No, porque para estudiar la Biblia hace falta también que
el alumno desarrolle procesos de análisis y estudio.
- Un buen maestro parte de la base de que todo alumno aprenderá si se lo estimula correctamente.
- Un buen maestro sabe que todos sus alumnos aprenderán, algunos más rápidos y otros no tanto.
- Un buen maestro sabe que si trabaja con sus alumnos todos saldrán adelante.
Si a un Seminario Bíblico ingresa
un alumno que por cuestiones de la vida no tiene una buena base o formación que
le permita estudiar y aprender y después de ocho (8) largos años de estudio
egresa con un montón de datos en su cabeza (los cuales no puede organizar, ni
explicar, ni exponer y por todo esto dicha información está próxima a ser
olvidada para siempre jamás) y además sigue sin una base que le permita
estudiar solo las Escrituras, será un fracaso no solo de él, sino de la
Institución y del sistema, más aún si no lo reconocen o ni siquiera se dan
cuenta.
El verdadero amor del maestro no
radica en darles a los más brillantes la Enciclopedia Británica y a los más
lentos decirles que hagan un collage con figuras de papel (total todos aprobarán con 9
y 10), sino en ayudar a los más lentos y tratar de nivelar la clase hacia
arriba.
Nosotros
necesitamos mirar a Jesús y tomarlo como modelo en todo, también en cómo
enseñar. Y definitivamente, Él no nivelaba hacia abajo.
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